Una bola de fuego, generada por una roca proveniente de un asteroide que ingresó a la atmósfera a una velocidad de 51.000 kilómetros por hora, cruzó los cielos de Castilla-La Mancha y la Comunidad de Madrid la noche del domingo, desintegrándose a unos 38 kilómetros de altitud sobre la capital madrileña.