Nos gustaría que el candidato del centroderecha español tuviera el glamour de Kennedy, el vigor patriótico de De Gaulle y la cordura de Adenauer, pero tenemos lo que tenemos y con esos bueyes hay que arar, como reza el viejo refrán agropecuario español.
Feijóo no es un líder de masas, pero los resultados electorales y las masas le han hecho líder.
Y a partir de ahí, no le queda otra que cumplir con su deber y hacer lo que tiene que hacer.
Que no es ahora otra cosa que acudir a la cita parlamentaria, encaramarse a la tribuna del Congreso y defender con energía, sin la menor concesión, la democracia, la Constitución y la idea de España que tenemos la gente de bien.
Aunque las posibilidades de salir investido presidente sean mínimas, la pelea es obligada.
Nadie pide que el líder del PP, a a quien la ‘Brunete Pedrete’ y los periodistas del ‘pesebre sanchista’ intentan enterrar desde que dejó su Galicia natal y se vino a Madrid, se convierta del día a la noche en ‘Superman’.
No es un guerrero, sino un tipo templado y educado, pero esos atributos -que escasean entre los políticos españoles-, no son incompatibles con la defensa a ultranza de los principios, como le exigieron este pasado domingo decenas de miles de españoles.
Si faltaba alguna señal, Feijóo la recibió este 24 de septiembre de 2023, cuando la ciudadanía desbordó al propio PP, harta de que Sánchez ponga España en almoneda y de que los proetarras vascos y los golpistas catalanes lleven al Gobierno de la Nación por el ronzal, como a los asnos.
Por miedo a pinchar, por falta de convicción en su poder de convocatoria, en lugar de elegir la inmensidad de Colón o a la monumentalidad de la Plaza de España, los estrategas de Genova 13 optaron por el apretado rectángulo de Felipe II, que quedó saturado enseguida y donde era literalmente imposible llegar, debido al gentío que bloqueaba calles aledañas y accesos.
Da igual, porque lo importante es el mensaje que han remitido las masas a Feijóo y sus asesores.
El PP tiene un serio problema de indefinición, lo que le lleva a dar constantes bandazos, para estupor e indignación de buena parte de los 12 millones de españoles que votan en España al centroderecha. Su pánico a alinearse nítidamente con VOX, los pringosos requiebros al pesetero PNV o las melifluas declaraciones sobre el Junts Junts Klan de los pasados días son un ejemplo.
Pero si seguían albergando alguna duda, yo espero que la multitud que ondeaba banderas españolas este domingo se las haya disipado.
Ha concluido el tiempo de contemporizar, del mamoneo electoral, de hacer guiños a diestra y siniestra y de proponer una cosa y la contraria soñando con atraer esos votos ‘moderados’ del PSOE, que sólo existen en la imaginación de Michavilla y los culogordos de los despachos.
Es mas que probable que Feijóo no emerja como presidente de esta investidura y que el felón Sánchez logre después reeditar la Coalición Frankenstein, pero da igual.
Oposición total.
Desde ya, tanto en el Congreso de los Dip