Como todos ustedes saben, una diputada de VOX fue expulsada hace unos días de la tribuna del Congreso, por acusar al Gobierno PSOE-Podemos de premiar a los filoetarras de Bildu.
Perpetró la cacicada el socialista Celis, vicepresidente de la Cámara, dejando patente que en este país llamado España y dónde mandan Sánchez y sus compinches, ya no se puede decir la verdad.
Que los socios del Gobierno son proetarras es una obviedad y no sólo porque Mertxe Aizpurua, portavoz de Bildu, haya sido condenada en la Audiencia Nacional por enaltecimiento del terrorismo de ETA.
Arnaldo Otegui, el ‘hombre de paz’ de Zapatero que purgó cárcel como secuestrador antes de hacerlo por reconstruir la banda asesina, afirmaba no hace tanto que apoyaba los presupuestos del PSOE, para sacar de la cárcel a sus conmilitones de ETA.
Desde ese punto de vista, la afirmación de Patricia Rueda es impecable, pero creo que la de VOX erró el tiro. Se quedo muy corta.
El gran proetarra, el amigo de los que pegaban tiros en la nuca, el valedor de los matarifes, es Pedro Sánchez.
El problema no es que los filoetarras de toda la vida sigan siendo proetarras y festejen los crímenes y homenajeen a los pistoleros, sino que también lo sea el líder del PSOE y con él, todo su partido, desde Chivite, presidenta de Navarra, al manchego Page, pasando por el extremeño Vara o el aragonés Lambán.
Al amoral Patxi López ni lo nombro, porque este sujeto produce vergüenza ajena.
No sólo ha convertido Sánchez a Bildu en la marca blanca del PSOE en el País Vasco y Navarra, sino que impulsa con los herederos morales de ETA esa Ley de Memoria Democráticaque intenta borrar la frontera moral entre víctimas y verdugos.
Bildu es Batasuna sin capucha.
Y el socialista Sánchez es el valedor de esta chusma.
