Han terminado por fin las honras fúnebres a Isabel II, que han sido espectaculares pero a mi se me estaban haciendo eternas, y todos los tontos patrios andan histéricos porque han concluido con una foto en la que aparece el Rey Juan Carlos al lado de su hijo Felipe VI.
A mí, la fotografía que me revuelve las tripas es la que se hace a diario el socialista Pedro Sánchez con el etarra Arnaldo Otegi, su socio y amigo.
Lo de Bildu y el PSOE no tiene un pase.
Seguro que no saben, porque RTVE, los periodistas del régimen y los medios de comunicación en general estaban demasiado ocupados en la empalagosa retransmisión del velatorio británico, que el pasado viernes, en Bermeo, los compinches de Sanchez montaron un vomitivo funeral a un tal Elías Fernández Castañares, asesino de un peluquero y un taxista.
En el vídeo, que pueden ver en Periodista Digital si aguantan el asco, aparecen 8 mamarrachos bailando frente al féretro del terrorista, recientemente fallecido en su cama, mientras docenas de vecinos con bengalas cantan el ‘Eusko gudariak’, himno oficioso de la banda terrorista.
Hubo coronas flores y las inevitables fotografías de criminales como Argala, Txiki o Txabi Etxebarrieta.
Sobra recordar que el tal Castañares, atrapado cuando preparaba un atentado contra la Guardia Civil, fue condenado en su día a 58 años de cárcel pero salió casi enseguida y andaba por la calle desde 2013.
El año pasado, según el Colectivo de Víctimas del Terrorismo, se organizaron en el País Vasco 292 ‘actos públicos de culto al terrorista”.
En lo que llevamos de 2023 y sin duda estimulados por la dependencia de Bildu que tiene el socialista Sánchez, llevamos ya más de 400, sin que Marlaska o los jueces muevan un dedo para frenar esta vergüenza.
¿Imaginan en los Campos Elíseos de Paris un homenaje similar a los asesinos islamistas de la discoteca Bataclán?
¿O en la calle 42 de Manhattan un guateque parecido en honor de los matarifes de las Torres Gemelas de Nueva York?
Yo no, pero esto y así es la España de Pedro Sánchez.