En una residencia de ancianos de West, situada a apenas 500 metros de la fábrica de fertilizantes, se han vivido momentos dramáticos tras la explosión. William Burch y su mujer, enfermera retirada del ejército, acudieron a ayudar a los ancianos inmediatamente después. Cuentan que había personas mayores en sillas de ruedas y otras, atrapadas en sus habitaciones:
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