Los adolescentes han bebido alcohol durante siglos, pero el que hasta ahora había sido un debate social y moral podría no tardar en centrarse en la neurobiología. Los costes de un consumo elevado a una edad temprana parecen ir mucho más allá del tiempo que roba el alcohol a los deberes, el riesgo de peleas o accidentes y las dificultades que añade al crecimiento. Cada vez más investigaciones indican que el alcohol provoca más daños al cerebro en desarrollo de los adolescentes de lo que se solía creer, y les causa unas lesiones significativamente mayores que al cerebro de los adultos. Aunque son preliminares, los hallazgos han echado por tierra la suposición de que la gente puede beber mucho durante años sin sufrir lesiones neurológicas significativas. Y la investigación incluso apunta a que un gran consumo de alcohol a una edad temprana podría socavar precisamente las capacidades neurológicas necesarias para protegerse del alcoholismo.