A veces sabemos algo porque nos lo dice nuestro corazón, ese saber nos da una convicción inexplicablemente segura, otras, algo que pensamos, que nos lo dice nuestro juicio y razocinio, nuestra cabeza, nos llena de dudas y preocupación. La clave será encontrar el punto de equilibrio para que estas dos formas de conocimiento interactúen complementariamente. Y quizá el camino para hallar ese equilibrio se presente, en principio, complejo, porque históricamente lo emocional tenía que ocultarse, reprimirse, eran impulsos que condicionaban negativamente nuestro comportamiento, sólo podíamos sufrir las emociones silenciosamente, pasivamente, o liberarlas en contextos íntimos o “socialmente permitidos”. Hoy por hoy, el estudio de las emociones plantea verlas en un marco positivo, aprovecharlas para el autoconocimiento y enriquecimiento personal. ¿Quién no ha escuchado o no ha dicho alguna vez la famosa frase: “El corazón tiene razones que la razón desconoce”?