Se piensa que el hambre y la desesperación que la situación del clima había provocado en la población fue lo que impulsó el levantamiento de las masas que finalmente condujo a la Revolución francesa. Y no digamos nada de la estrepitosa derrota de las tropas de Napoleón en las congeladas estepas rusas, que cambió el destino del caudillo francés. Ese estado de cosas influyó en multitud de hábitos cotidianos que trascendieron a la posteridad, como por ejemplo en el cambio de bebida de la población, dado que las cosechas de cereales resistieron mejor el frío que los viñedos, terminó por instalarse en los países del norte el consumo del whisky y de la cerveza, en detrimento del vino que permaneció en los países sureños.