En 1958, J. Woodland Hastings y Beatrice M. Sweeney probaron la habilidad de diferentes ondas de luz —que corresponden a colores diferentes— para cambiar el ritmo circadiano del dinoflagelado marino fotosintético Gonyaulax polyedra. El mayor poder para restaurar el reloj del organismo yace en los azules, con una brusca declinación en los verdes y un modesto incremento en los rojos. Evite ver televisión o usar la computadora por la noche, o por lo menos una hora antes de ir a la cama, ya que estas tecnologías pueden tener un impacto significativamente negativo en el sueño. Las pantallas de televisión y la computadora emiten luz azul, casi idéntica a la luz a la que está expuesto al aire libre durante el día. Esto engaña al cerebro haciéndole creer que todavía es de día, cerrando la secreción de melatonina.