Está claro que las escuelas tienen que hacer un cambio radical e incorporar definitivamente el aprendizaje social y emocional en las clases si queremos consolidarnos en una sociedad avanzada. Pero la gestión de las emociones debe comenzar mucho antes de que los niños ingresen en el sistema educativo –incluso ya se pone en marcha en el útero materno, como veremos más adelante–. Las investigaciones del psicólogo Jay Belsky ponen de manifiesto cómo una crianza sin cariño y con una gestión deficiente de las emociones puede desembocar en adultos con vidas más problemáticas.