El tiroteo que protagonizó Anders Behring Breivik en la isla de Utoya el pasado 22 de julio, durante la celebración del campamento de las juventudes del partido Laborista noruego dejó una de las mayores matanzas de la Europa contemporánea. Lo macabro del ataque, la indiferencia del detenido y la tardanza de la policía en actuar, ensalzan la reacción de algunas de las víctimas que, en medio de un escenario sobrecogedor, lucharon por salvar su vida a toda costa.