Redacción, 6 de octubre (CERESTV.es / EFE)
El espíritu de Antonio Molina toma la forma y la voz de su hija, Mónica Molina, en el homenaje que ésta le rinde con su nuevo álbum, "Mar blanca", un proyecto "nada fácil" por la figura "tan grande" que era su padre y con el que paga una "deuda emocional muy dulce" por lo todo lo que él le transmitió.
"Amo la música gracias a él. Es quien me ha enseñado el camino y el artífice de todo. Pero no fue fácil emprender este proyecto, porque él es una figura artística muy grande, y yo quería hacer de sus canciones algo distinto".
Por eso, quienes esperen escuchar en "Mar blanca (en memoria a Antonio Molina)" el sonido característico del inmortal intérprete de "Soy minero" y "Adiós a España" se llevarán una sorpresa. Y es que los diez temas del disco toman la forma de bolero y habaneras, se mezclan con el jazz y la rumba, y otras veces "piden" el sonido del piano.
"Sería absurdo comparar este álbum con los suyos: su voz era inimitable, y la mía, no. Además, en ningún momento tratamos de competir: sólo pretendíamos recuperar sus canciones para que otras generaciones las disfruten. Este disco está hecho por puro placer y por amor hacia mi padre. Era una deuda emocional que tenía con él, pero muy dulce de pagar", explica la madrileña.
Molina habla en plural, porque "Mar blanca" no habría sido posible sin su hermano, el productor Noel Molina, presente siempre en todos sus proyectos, pero que en el caso particular de éste ha sido una pieza imprescindible. "Es la mitad de esta historia de amor (el disco): tenía claro que sin él no lo iba a hacer".
Las emociones que sentía la hija de Antonio Molina al grabar las canciones de su padre, con las que hasta ahora sólo se había atrevido en algunos directos, le "golpeaban", y reconoce que las lágrimas hicieron acto de presencia alguna vez, porque, cuando se trata de emociones, "todo vale".
Pero este es un disco "alegre" que no está hecho "desde la nostalgia" y en el que también ha habido hueco incluso para "las risas". "Mi padre tenía un gran sentido del humor, y eso es algo que también tengo que agradecerle", apunta la intérprete.
Este es el sexto disco de Mónica Molina y el último tras cinco años de silencio discográfico, en los que ha estado "en otros países, dando conciertos y sin parar". "En este país parece que, si no sacas un disco cada año, no existes. Esto no es como hacer churros: se trata de hacer proyectos hermosos y que te llenen", ha afirmado. Es consciente de lo que Antonio Molina supuso y supone para España, pero de igual manera lo es de la figura artística que ella representa, que se labró "hace mucho"
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