Menudo lio se está armando en la comunidad médica, especialmente la pediátrica, con el "invento" de la familia Buettner. A estos padres de tres niños se les ocurrió crear este producto «para esos casos en que un niño necesita algo más que un beso para encontrarse mejor» sabiendo que «no hace absolutamente nada. Es el milagroso poder de la mente quien logra todo». Si lo lee al revés, verá que no es más que un placebo: una pastilla de azúcar con sabor a frambuesa en un envase parecido a un medicamento. Recién comercializado en EEUU desde hace un mes ahora lo hará en Inglaterra. Los listos Buettner han conseguido que se venda sin receta en parafarmacias, supermercados e Internet. La FDA (la agencia del medicamento americana) no ha podido intervenir ya que se ha clasificado como producto alimentario. Por esta maravilla la gente está dispuesta a pagar unos cuatro euros por un envase de 50 pastillas masticables. Dentro de poco saldrá con otros sabores y en jarabe