En Damasco aún se respira el olor de la guerra siria. Aunque la capital parece ahora completamente controlada, todavía quedan cadáveres en las calles, los edificios están completamente destrozados y vehículos calcinados se amontonan sobre el arcén.
Los hospitales están saturados de heridos que recuerdan lo qué pasó. La mayoría son soldados del Ejército de Bachar al Assad.
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