Madrid, 13 jul (EFE).- Ian Anderson y su banda Jethro Tull han demostrado su excelente estado de forma en su concierto en el Teatro Circo Price con una actuación que no ha dado ni un respiro, ni a los músicos ni al público.
Con el cartel de "entradas agotadas" colgado en la taquilla, la banda británica, llegada a Madrid tras su concierto el pasado martes en el Festival de Jazz de San Javier, ha interpretado, de corrido, su disco "This as a Brick" (1972) y su continuación, publicada por el líder del grupo este mismo año.
La letra del "This as a Brick", compuesto únicamente por una canción dividida en dos partes, es poema de un niño ficticio llamado Gerald Bostock. La segunda parte de este disco sigue la estela de este personaje.
La banda, que arrancó puntual y sin teloneros, tuvo que calentar a un público frío en un principio, que terminó por sucumbir al ritmo de los de Anderson.
"La verdad es que casi todos somos ya unos carrozas", reconocía un espectador antes del espectáculo, con la mirada puesta en la pista del Price, ocupada con sillas para la ocasión. "Lo bueno es que la media de edad no es tan alta: muchos padres han venido con los niños, y los niños la bajan", bromeaba.
Padres e hijos, unidos por su pasión por el rock, colmaban las gradas junto a melenudos, muchos de cabellera blanca, y antiguos rockeros ahora trajeados. La mayoría escucharon la historia del primer "This as Brick" tras su publicación, y ahora, 30 años después, escucharon por primera vez en directo el resto de la historia, en compañía de las nuevas generaciones de rockeros.
Para la banda, la mejor forma de contar una historia es comenzar por el principio, y eso hizo Anderson: tocar los dos discos de forma lineal y consecutiva. No hubo sorpresas, por tanto, con el setlist, pero sí en la forma de presentarlo: las canciones iban acompañadas de audiovisuales que complementaban e hilvanaban la narración.
Al servicio de este objetivo estaba también el segundo vocalista de la banda, Ryan ODonell, que ejercía de "showman" cambiando de traje conforme avanzaba la trama y lanzando guiños a los veteranos fans, como el momento en el que ha leído el periódico que ilustra la portada del primer "Thick as a Brick".
Para el público, la mejor forma de escuchar una historia es sentado, pero rock y sedentarismo no son buenos compañeros. La ausencia de teloneros y la falta de movimiento propició que el público estuviera poco receptivo al inicio, no aplaudiendo ni cuando la banda lo pedía.
Sin embargo, en la segunda parte del primer disco, el público ya había entrado en calor y se entregaba por completo a la magia del rock progresivo de la banda.
Ian Anderson no quería que el público se enfriara y obvió el descanso que en otros conciertos de su gira había realizado entre disco y disco, enlazando ambos con una pieza de vídeo.
Y es que en esta gira Anderson ha querido dotar de gran relevancia los audiovisuales, tanto con las imágenes que acompañan las canciones (incluyendo videocolaboración con una violinista) como con las piezas narrativas creadas especialmente para la ocasión.
Incluso la presentación de los miembros del grupo, que llegó al cierre del segundo disco, fue realizada apoyada con un vídeo, en el que aparecían, además, los colaboradores y el equipo técnico, todo un detalle por parte de la banda.
Con los componentes del grupo presentados, y ambos discos interpretados, parecía que este concierto, en el que los músicos no realizaron una pausa ni para saludar a la audiencia, había tocado su fin. Error: con parte del público ya de pie, la banda volvió al escenario para tocar su éxito "Locomotive Breath", toda una sorpresa traída del disco anterior al "Brick", "Aqualung".
Tras este gran colofón, padres e hijos salían con la misma sonrisa en el rostro. Lo que ha unido el rock, que no lo separen los años.
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