En los años 60 se investigaron y reconocieron los cambios fisiológicos que provoca la meditación: descenso de los latidos cardíacos, de la frecuencia respiratoria, del cortisol, de la tensión muscular y arterial y disminución del consumo de oxígeno, entre otros efectos. Investigaciones recientes demuestran que las personas que meditan tienen más gruesa la capa de la corteza cerebral. Otro estudio demuestra que los meditadores viven más años. Cuando baja el estrés, baja el cortisol y se eleva el sistema inmune, sí, y afecta también a una serie de sustancias que controlan las células tumorales. Afecta al sistema inmune, anticancerígeno y al corazón.