Un caso famoso de alexia fue el de un novelista canadiense, Howard Engel, un famoso escritor de novela negra. El 31 de julio de 2001, recogió por la mañana el periódico de la puerta, el ejemplar del día del Toronto Globe and Mail, y vio sorprendido que —según sus palabras— parecía estar escrito en una mezcla de serbio-croata y coreano, dos lenguas desconocidas para él. Las letras parecían familiares pero no entendía nada. Él no se notaba ninguna otra cosa y estaba totalmente tranquilo, de hecho pensó por un momento que quizá le habían gastado una broma con el periódico pero cuando comprobó que era incapaz de leer los libros que él mismo había escrito, se fue al hospital. Su sorpresa fue aún mayor cuando le preguntaron su nombre y no supo decir cuál era. A continuación le preguntaron su dirección y él, un enamorado de la Geografía y los mapas, no supo responder dónde estaba su calle. Al poco tiempo, le dijeron que había sufrido un derrame cerebral, en el giro angular izquierdo.