Las diferentes iglesias en Cuba, a lo largo de más de medio siglo de represión y hostigamiento castrista, han ido rindiéndose una tras otra. Hoy día, no solo alaban a su verdugo, sino que colaboran con él, cometiendo el doble pecado de ayudarlo en su macabro empeño, a la vez que traicionan a su fé, y a todo lo que representan.