Miles de flores de papel reciclado convirtieron la céntrica plaza de San Ildefonso en un auténtico jardín de papiroflexia, en el que niños, mayores e incluso sin techo, todos ellos vecinos del barrio madrileño de Malasaña, contribuyeron con sus manualidades al "reflorecimiento" de un barrio castigado por la prostitución, la drogadicción y el deterioro urbano.