La memoria a largo plazo se ha evaluado generalmente a través de pruebas que requieren recuperación consciente e intencional de la información previamente adquirida, como son el reconocimiento, el recuerdo
libre o el recuerdo señalado. En tales pruebas el experimentador hace referencia directa a la necesidad de que el observador recupere, de manera consciente, la información almacenada en su memoria. Este tipo de memoria voluntaria se conoce como memoria explícita. Frente a esta forma tradicional de evaluar la memoria, ha surgido durante los últimos años una pujante línea de investigación dirigida a poner de manifiesto características de otro tipo de memoria, también a largo plazo, pero que supone la recuperación
no intencional del material previamente presentado. A este tipo de memoria se le llama memoria implícita.