Un equipo internacional, dirigido por el bacteriólogo Cameron Currie de la Universidad de Wisconsin-Madison, ha estudiado la naturaleza intrincada y antigua de esta relación de mutualismo. Los investigadores han encontrado que las hormigas alojan a las bacterias en cavidades altamente adaptadas y especializadas, y las nutren con una secreción glandular, indicación de que las hormigas, las bacterias, los hongos y los parásitos probablemente han estado evolucionando juntos durante decenas de millones de años. Además, el hecho de que las especies hayan coexistido durante tanto tiempo significa que podría haber un mecanismo para frenar el avance de la resistencia a los antibióticos desarrollada por los parásitos, lo que podría ayudar a solucionar el serio problema en este tema que afronta la medicina moderna. A partir del singular sistema desvelado, los científicos pueden aprender mucho sobre el uso que la humanidad hace de los antibióticos.