La idea de distribuir naloxona nació en 2008 y, convertida en piedra angular del Plan de Prevención para las Sobredosis, empieza a recoger sus frutos. Un logro que se traduce en la captación de unos tres centenares de consumidores que, a lo largo de este tiempo, han aprendido a identificar una sobredosis y combatir su zarpazo final.La formación de los consumidores, a cargo de casi 300 profesionales entre educadores sociales, personal de enfermería y médicos, además de luchar contra la estigmatización facilitando el acceso a la naloxona, incluye el aprendizaje de hábitos que evitan recurrir al 'milagro' que viaja en ampollas monodosis. Captados en salas de venopunción o en servicios de atención a drogodependientes, los usuarios son alertados sobre cómo se abre la puerta a una sobredosis: "Ese séquito será el que logre salvar una vida inyectando a tiempo la antagonista de la heroína.