Los bebés y los niños con un ojo vago o cataratas pueden llegar a sufrir una pérdida de visión permanente si el problema no se corrige antes de los ocho años de edad, afirma Takao Hensch, neurocientífico en el Hospital Infantil de Boston. Durante el desarrollo normal, este periodo de plasticidad se cree que es importante para desarrollar el equilibrio en la entrada de información por ambos ojos, algo que resulta de crucial importancia para la visión binocular. El fenómeno no se limita al sistema visual: los científicos creen que la mayoría de las partes del córtex pasar por un periodo similar de maleabilidad aumentad. Por ejemplo, los niños son incapaces de escuchar ciertos sonidos después de una edad en particular. “El ejemplo clásico es el de los niños que crecen en Japón,” afirma Hensch. “Finalmente pierden la capacidad de diferenciar los sonidos ‘R’ y ‘L’.”