Los niños están felices. Keiko , sonriente, les pregunta con el tono familiar de una hermana mayor: ¿se han portado bien? a lo que los niños responden al unísono que sí. Subida en el estrado y micrófono en mano, ella reparte regalos, pero también anima, ríe y baila con los niños que la escuchan; carga a una niñita que se ha extraviado, conversa con ella y la tranquiliza hasta que aparece su mami de entre la multitud.
Los niños establecen con ella una comunicación que fluye natural . Cien por ciento natural. Ninguno se queda sin su juguete. Keiko reparte desde el primero hasta el último. Hasta que las largas colas desaparecen con las primeras sombras de la noche. Parece no cansarse y sólo hace una pausa y sonríe ,aceptando, cuando más de una madre le pide una fotito con sus niños.
Keiko terminó su jornada con la satisfacción de saber que miles de niños pobres pasarán una mejor Navidad este año.