Si estás embarazada, probablemente ya habrás notado la metamorfosis que se ha producido en tus senos. Esos cambios fisiológicos, como senos sensibles e hinchados, pezones y areolas (el círculo de piel que rodea al pezón) más oscuros, pueden ser unos de los primeros indicadores de que estás encinta. Los expertos creen que el cambio de color de la areola también contribuye a una mejor lactancia; es la manera que tiene la Naturaleza de ofrecer una ayuda visual al recién nacido para que chupe correctamente. Otra señal del embarazo es la aparición de una especie de granos diminutos alrededor de la areola llamados glándulas de Montgomery (en honor del obstetra británico que los describió por vez primera) y que también tienen su papel en la lactancia. Estos granos segregan una sustancia aceitosa que limpia, lubrica y protege el pezón contra las infecciones durante la lactancia, además de producir un fuerte vínculo hacia la madre por vía olfativa.