La neurociencia confirma que tener un perro o un gato es una de las estrategias más eficaces para reducir la ansiedad, el estrés y prevenir las enfermedades cardiovasculares.
Adoptar hábitos que reduzcan el estrés no requiere grandes cambios en la rutina: cada uno puede elegir lo que mejor se adapte a sus hábitos.
Una de las opciones más satisfactorias es acoger un animal de compañía, una elección que han hecho millones de personas, sobre todo durante el año del confinamiento en 2020.
Durante ese tiempo, muchos han encontrado consuelo en la compañía de una mascota, no solo por los beneficios emocionales, sino también por la posibilidad de salir a pasear.
La ciencia explica que la relación con un animal estimula la producción de oxitocina, la hormona del bienestar, reduce el cortisol -la hormona del estrés- y ayuda a bajar la tensión arterial.
Por estas razones, cada vez más hospitales permiten que los pacientes reciban la visita de sus amigos de cuatro patas, un gesto que mejora la moral y favorece la recuperación.