Sufrir bullying puede causar alteraciones significativas en el cerebro, con consecuencias duraderas en la salud mental.
Las experiencias de violencia verbal, física y psicológica afectan a 49 regiones cerebrales relacionadas con la memoria, el aprendizaje y la regulación emocional.
Un estudio realizado con más de 2.000 adolescentes analizó los cambios cerebrales de las víctimas de acoso mediante resonancias magnéticas y cuestionarios.
Los científicos observaron un aumento del volumen de las regiones subcorticales, que intensifican los impulsos a la corteza prefrontal, lo que dificulta el control de las emociones y los impulsos.
El acoso también se asocia a una reducción del volumen del hipocampo, una región crucial para la memoria y la gestión del estrés, lo que aumenta el riesgo de depresión.
Las reacciones difieren entre sexos: en las chicas, el acoso afecta más a las áreas relacionadas con la gestión de las emociones, mientras que en los chicos afecta a regiones relacionadas con la coordinación física.
Estas diferencias podrían depender tanto del tipo de acoso sufrido como de factores biológicos, como las hormonas.
La adolescencia es una fase crítica del desarrollo cerebral, en la que el cerebro es especialmente vulnerable a las experiencias traumáticas.
El córtex prefrontal, aún en desarrollo, es incapaz de filtrar los recuerdos negativos o manejar el estrés de forma eficaz, lo que hace que los adolescentes sean más sensibles.