La Navidad es una fiesta que se nutre de la fe. No solo desde su manifestación más obvia, la religiosa, como conmemoración del nacimiento de Jesús, el hijo de Dios para los creyentes. También hay una muestra de fe más simple y tierna: la de los chicos que confían en la llegada de Papá Noel. No importa si llueve o hace un calor de morirse, ellos saben que a la medianoche el viejo barrigón de la barba blanca llegará cargado de regalos y los hará felices al menos por un rato, hasta la próxima Navidad. Para los cinéfilos Sean Baker es como Papá Noel, uno de esos directores cuyas nuevas películas se esperan con esa misma fe infantil, seguros de que con cada una volverán a ser felices en una sala de cine. La comparación no puede ser más oportuna con el estreno de Anora, su último trabajo, que llega las salas locales con el espíritu de las fiestas de fin de año aún fresco. Pura fe.