Saltó al césped con sus dos hijos, posando con sus ocho títulos y en medio de un ambientazo, con tifo incluido para hacer honor a su grandeza. Jugó 70 minutazos, se fue besando el césped y haciendo pararse el partido, celebró una victoria con gol de canterano y acabó manteado antes de dar la vuelta de honor a su casa. LEYENDA, con mayúsculas.