Las Baterías de Bagdad, también conocidas como las "Baterías de Parthia", son un conjunto de artefactos que datan de aproximadamente el siglo III a.C. a II d.C. y fueron descubiertas en la región de Bagdad, Irak, en 1938. Estos objetos han sido objeto de fascinación y especulación, ya que algunos investigadores sugieren que podrían haber funcionado como una forma primitiva de batería eléctrica.
Los artefactos consisten en jarras de cerámica con un cilindro de cobre y un varilla de hierro en su interior. La teoría detrás de su funcionamiento sugiere que, al llenar estas jarras con un líquido ácido, como el vinagre o el jugo de limón, se podría generar una corriente eléctrica a través del contacto entre los metales y el electrolito. Se ha propuesto que estas baterías rudimentarias podrían haber sido utilizadas para la galvanoplastia, una técnica que permite recubrir objetos con una capa de metal.
Sin embargo, la función real de las Baterías de Bagdad sigue siendo objeto de debate. Los escépticos argumentan que no hay evidencia concluyente de que se hayan utilizado para generar electricidad de manera consciente. Además, la tecnología eléctrica tal como la conocemos hoy no se desarrolló hasta siglos después, lo que lleva a algunos a concluir que estas jarras pudieron haber tenido un uso completamente diferente, posiblemente ritual o decorativo.
A pesar de las incertidumbres, el descubrimiento de las Baterías de Bagdad ha inspirado a muchos a investigar sobre los conocimientos tecnológicos de civilizaciones antiguas y cómo podrían haber logrado realizar hazañas sorprendentes con los recursos disponibles en su época. La curiosidad sobre este artefacto es un recordatorio del ingenio humano y la capacidad de innovación a lo largo de la historia.