Este lunes se celebró en La Moncloa, como todos los años, esa cursilería que llaman ‘Copa de Navidad’ y que consiste en acarrear periodistas, soltarles unos tragos y unos canapés y que el presidente se pasee entre los corrillos, haciendo chistes y comentando zarandajas.
A nosotros, los de Periodista Digital, no nos invitaron, pero la noticia hubiera sido lo contrario. Nos hubiéramos quedado de piedra.
En cualquier caso una pena, porque habríamos podido escuchar en vivo y en directo, a un metro de distancia, decir a Sánchez, a propósito de la tentacular corrupción en que chapotea su Gobierno y por la que están imputados Begoña y su hermano, que el PP ‘juega con las cartas marcadas’.
No tengo noticia de que alguno de los presentes discrepara, pidiera una ‘ampliación' o al menos enarcara escéptico las cejas.
Es el vasallaje habitual, pero coincidirán conmigo en que el asunto es de tal gravedad que merece una replica contundente.
Cuando el marido de Begoña suelta que la oposición juega con las cartas marcadas, porque se supone que conoce de antemano las decisiones judiciales, lo que en realidad hace es acusar a los jueces de integrar un frente golpista, para socavar su presidencia y derribar al Gobierno Frankenstein.
Tremendo, porque no solo implica que el amo del PSOE denuncia colusión entre la Justicia y el centroderecha, sino que tilda de prevaricadores a los magistrados, incluidos por supuesto lo que de aquí a Nochebuena harán desfilar por el banquillo a su mujer y a otros cuatro de los suyos.
Que lo diga el sujeto que alardea de mandar en la Fiscalía, ha cepillado a su gusto el Código Penal, maniobra para laminar la separación de poderes, se pasa el Estado de Derecho por la entrepierna y ha ahormado el Tribunal Constitucional, trufándolo de subalternos, para que amnistíe a Puigdemont, indulte separatistas condenados y exonere a estafadores, es de juzgado de guardia.
Como lo es que el PSOE, el partido más corrupto de Europa, acuse a otros de corrupción o que la ‘Brunete Pedrete’, esa a cuyos ejemplares más diligentes enchufan con sueldos de oro en el Consejo de RTVE o al frente de la Agencia EFE, nos hable de bulos a los que no vivimos amarrados al pesebre de La Moncloa.
El rebuzno de Sánchez en la ‘Copa de Navidad’ es pura impotencia, una prueba de su creciente canguelo, pero exige a las asociaciones de jueces, al inane General del Poder Judicial y a oposición -sobre todo al PP-, una respuesta contundente.