Felipe VI ha marcado un hito histórico durante su visita de Estado a Italia. El Rey pronunció un extenso discurso dirigido a las Cortes italianas, que por tercera vez desde la restauración de la democracia celebraron una sesión conjunta para recibir a un líder extranjero. Este tipo de encuentros habían ocurrido previamente en 1998 con Juan Carlos I y en 2002 con el Papa Juan Pablo II. En esta ocasión tan significativa, Don Felipe aprovechó su intervención para destacar que Italia y España son "dos naciones con memoria, con una clara conciencia de su pasado, especialmente de aquellos episodios que no deben repetirse, ni siquiera como caricatura. Observamos con preocupación cómo muchos tratados, instituciones y foros multilaterales atraviesan un rápido desgaste mientras se cuestiona su eficacia, aunque reconocemos que es un aspecto muy mejorable".
El monarca, que recordó al inicio de su discurso que su padre nació en Roma, reflexionó sobre cómo probablemente los temas debatidos estos días en los Parlamentos de ambos países sean similares. Asimismo, adelantó que aprovecharía esta oportunidad para compartir "algunas reflexiones" sobre el papel que Italia y España desempeñan en el contexto global. De esta manera, su intervención se convirtió en un análisis de los asuntos internacionales más relevantes.