Tras la huida del presidente Bashar Al Asad de Siria, cientos de sirios acudieron a la tristemente célebre prisión de Saydnaya, en las afueras de Damasco, en busca de sus seres queridos. Esa cárcel ha sido calificada de “matadero humano” por Amnistía Internacional, citando las miles de ejecuciones ocurridas en el sitio. El Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, una oenegé que recopila información sobre la guerra, calculó en 2022 que más de 100.000 personas han muerto, muchas de ellas bajo tortura, en las cárceles de Al Asad desde el inicio de la guerra civil en 2011.
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