En un día laboral que debería ser rutinario, la estación Once se ha convertido en un paisaje desolado debido a un paro parcial de trenes que ha dejado a los pasajeros esperando por largos periodos. Los trenes, que normalmente llegan cada cinco minutos, ahora lo hacen cada 15 o 20 minutos, si es que llegan. La situación ha generado enojo entre los usuarios, quienes expresan su frustración saltando los molinetes y viajando sin pagar. Mientras tanto, en la estación Constitución, los pocos trenes que llegan están abarrotados de pasajeros molestos por las demoras y cancelaciones. La paciencia de los viajeros se ha puesto a prueba desde el mediodía del día anterior, obligándolos a salir mucho antes de sus casas para llegar a tiempo al trabajo. Esta medida de fuerza ha creado dos paisajes contrastantes: una estación Once casi desierta y una Constitución llena de bronca y aglomeraciones.