Hoy sabemos que los cerebros de hombres y mujeres están construidos de manera diferente, que procesan la información forma distinta y que, como consecuencia, tanto la percepción, como las prioridades y la conducta son diferentes. Antes que los condicionamientos sociales, las hormonas masculinas y femeninas interaccionan con los receptores que existen para ellas en el cerebro –ya desde el periodo fetal- y son las causantes de esas diferencias