Kash Patel, elegido por el presidente electo Donald Trump para dirigir el FBI, es una figura controvertida cuya carrera desafía el molde convencional para el cargo.
Patel, que fue fiscal federal y abogado de oficio, carece de experiencia sustancial en la aplicación de la ley o en la gestión.
En cambio, su principal credencial parece ser su firme defensa de Trump y sus esfuerzos por desacreditar las investigaciones sobre la injerencia rusa en las elecciones de 2016.
Colegas de su época como defensor público lo recuerdan como indeciso a la hora de asumir riesgos legales, mientras que en su etapa como fiscal de terrorismo del Departamento de Justicia exageró su papel en casos como los atentados de Bengasi de 2012.
A pesar de afirmar que era un fiscal principal, los registros sugieren que desempeñó un papel menor y no participó en el juicio.
Patel ganó prominencia como el principal autor del llamado 'Memo Nunes', un documento partidista destinado a socavar la investigación del Departamento de Justicia sobre Rusia.
Desclasificado por insistencia de Trump, el memorando se convirtió en piedra de toque de las denuncias de corrupción del FBI.
Patel trabajó más tarde en el Consejo de Seguridad Nacional, donde Trump lo consideró para un papel de investigación de lealtad del personal de la Casa Blanca, un plan que los asesores bloquearon debido a problemas legales.
Más allá de sus funciones gubernamentales, Patel ha sacado provecho de sus vínculos con Trump a través de diversas empresas.
Su organización sin ánimo de lucro, la Fundación Kash, afirma ayudar a los acusados del 6 de enero, aunque su gasto prioriza la publicidad sobre las subvenciones.
También se beneficia de productos pro-Trump y de una serie de libros infantiles que promocionan a Trump como el 'Rey Donald'.
Aunque Trump ha elogiado la lealtad de Patel, sus críticos sostienen que sus cualificaciones son escasas y sus acciones muy partidistas.