El caso del cuartel encantado de Cerler fue dado a conocer por dos jóvenes reporteros que, hace muchos años, empezaron a publicar en la revista ENIGMAS. Eran Ángel Briongos y Javier García Blanco.
Todo comenzó en el verano de 1992. En la localidad de Benasque un rumor iba adquiriendo dimensiones preocupantes. Según algunos soldados destinados en el refugio de la cercana localidad de Cerler, muchos de ellos habían sido testigos de fenómenos inexplicables: ruidos extraños, luces que se apagaban y se encendían solas, sonido de pisadas e, incluso, apariciones de sombras fantasmales.
Los jóvenes no tardaron en relacionar aquellos fenómenos con una tragedia ocurrida el año anterior. El 11 de marzo de 1991, un grupo de soldados de la Compañía de Esquiadores de Barbastro se vio sorprendido por un alud mientras realizaban unas maniobras. Siete soldados y dos suboficiales perdieron la vida en el trágico accidente. Una vez recuperados, los cadáveres fueron trasladados al refugio de Cerler, a la espera de ser llevados a sus lugares de origen.