La contaminación del aire afecta a todas las grandes ciudades del planeta. El desarrollo desenfrenado de las megalópolis emergentes, unido a la alta densidad de tráfico rodado en las ciudades de Occidente han originado, que la atmósfera que respiramos se haya convertido en un temido enemigo nocivo para la salud pública global.
La Organización Mundial de la Salud corrobora, a partir de estudios científicos concretos, que la contaminación atmosférica provoca siete millones de muertes prematuras cada año en el planeta. Sus agentes letales son los gases y las partículas finas, despedidas a la atmósfera por la actividad creciente de las fábricas, las calefacciones urbanas y el transporte por carretera.
La comunidad científica ha dado la señal de alarma y ya consideran a la contaminación como el primer riesgo medioambiental, que acorta nuestra esperanza de vida. Experimentos actuales demuestran cómo la polución además de enfermedades respiratorias y cardiovasculares, provoca cáncer.