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Algunos creen que crecer es liberarse poco a poco de las ataduras.
El destino nos impone las reglas más brutales, convirtiendo el día en noche, dejando el futuro habitando en la persistente calidez de los sueños.
Así, nuestras armas chocan, enterrando los restos de otro sol poniente y dando la bienvenida al próximo amanecer.
Entonces, cuando la jaula se rompa, de una vez por todas...
Que suaves llamas envuelvan las flores marchitas, con su canto resonando en las brasas.