Es fundamental que todas las personas, especialmente las mujeres, sepan cómo revisar sus mamas en busca de cualquier cambio o bulto para detectar afecciones como el cáncer.
Los cambios hormonales afectan a los senos en distintas etapas. Durante la menstruación, los senos pueden volverse sensibles, hinchados o abultados.
Durante el embarazo y la lactancia, los senos suelen estar sensibles, firmes y grandes. La menopausia puede traer cambios, a veces aliviados por la terapia hormonal sustitutiva.
Tras evaluar estos factores hormonales, los pechos deben examinarse y palparse mensualmente para detectar cualquiera de los siguientes problemas.
Bultos.
Los bultos pueden variar de tamaño y suelen aparecer en la axila o el pecho. Aunque la mayoría son inofensivos, algunos pueden ser graves y deben ser evaluados por un profesional.
Cambio de tamaño.
Un cambio en el tamaño de las mamas, normalmente el aumento de tamaño de una de ellas, o un cambio drástico en su forma puede ser un síntoma de cáncer de mama.
Un absceso o forúnculo mamario.
Los bultos en la piel suelen ser habituales, pero un forúnculo grande, rojo y sensible puede ser un signo de absceso mamario, que está relacionado con el cáncer de mama y la mastitis.
Cambios en la piel.
Los hoyuelos o arrugas en la piel pueden producirse cuando las células cancerosas obstruyen los vasos linfáticos, pero también pueden deberse a necrosis grasa.
Cambios en el pezón.
Un cambio en el pezón, si aparece hundido, aplanado o empujado hacia fuera, debe tenerse en cuenta. También las erupciones, la piel escamosa o con costras alrededor del pezón.
Secreción inusual.
Líquido de uno o ambos pezones, normalmente manchado de sangre o acuoso. Sin embargo, menos del 5% de las mujeres con cáncer de mama experimentan secreción del pezón.
Hinchazón.
La hinchazón en la axila o alrededor de la clavícula puede ser una señal de que el cáncer se ha extendido a los ganglios linfáticos.