Las aguas salvajes de Alaska albergan a algunos de los animales marinos más mortíferos del planeta. Mandíbulas feroces emergen del mar y desatan su furia en los cursos de agua. Las costas de mar abierto crean un camino para cazadores gigantes como las orcas y los tiburones salmón. Y sus canales de aguas profundas esconden pequeños terrores oceánicos, que compensan su tamaño con sofisticadas armas equipadas para aturdir, conmocionar y envenenar.