Cuando dejas de beber alcohol, tu cuerpo y tu mente inician una notable transformación.
En las primeras 24 horas, puedes experimentar síntomas parecidos a los de la resaca, pero la curación empieza a medida que aumentan tus niveles de hidratación y descienden los de alcohol en sangre.
Al tercer día, puede que aparezcan antojos y síntomas de abstinencia, pero empezarás a dormir mejor, a tener más energía y una piel más clara.
Al cabo de una semana, notarás una mejora del sueño, una mayor claridad mental y un sistema inmunitario más fuerte.
Al cabo de un mes, el hígado y el corazón empiezan a repararse, lo que reduce el riesgo de enfermedades como la cirrosis y las cardiopatías.
También es frecuente la pérdida de peso y la mejora de la función cardiovascular.
A los tres meses, el estado de ánimo y la salud mental se estabilizan, ofreciendo una perspectiva más positiva.
La función cerebral mejora, el sueño es más reparador y los niveles de energía se disparan.
Al cabo de entre seis meses y un año, muchas personas informan de mejoras significativas en la ansiedad, la depresión y la salud sexual.
El riesgo de desarrollar cáncer y otras enfermedades sigue disminuyendo, mientras que la autoestima y la confianza en uno mismo aumentan.