¿Cómo la narcopolítica está acabando con las democracias en Latinoamérica? (+Pérez Pirela)

2024-09-04 1

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Diversas formas de violencia, destacando entre ellas las ejercidas por el poder del narcotráfico y el capitalismo imperialista, ponen en duda el vigor de la democracia en América Latina. Los procesos electorales en nuestros países se enfrentan a diversos tipos de coerción que tienen el objetivo común de desviar los resultados e imponer candidatos y gobiernos.

El tema fue analizado en el programa Desde donde sea, a cargo del filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela, quien se basó en el análisis de cuatro realidades nacionales, las de México, Colombia y Perú, muy condicionadas por la narcopolítica; y la de Venezuela, claramente influenciada por las pretensiones hegemónicas de la derecha neoliberal.

“¿Se puede hablar de democracia en América Latina cuando los procesos electorales están determinados por la violencia política? Por ejemplo, en México o Colombia donde asesinan candidatos a granel, o en Venezuela, donde cada vez que vamos a un proceso electoral vemos como se nos corta la luz, los comerciantes  alimentan la inflación como fórmula de terrorismo electoral para que ganen los partidos de derecha. ¿Y qué decir de Perú, donde acaban de asesinar a 14 seres humanos como maniobra para tratar de inclinar las elecciones a favor de Keiko Fujimori?”, preguntó el moderador, como punto de partida de la reflexión, y añadió que  “si no definimos esto, vamos a seguir hablando de la democracia como un fenómeno abstracto, etéreo, no tangible”.

México
Comenzó la revisión con México, donde los asesinatos de candidatos están a la orden del día. Para evidenciarlo, presentó en pantalla varios  titulares de los últimos días, relativos a asesinatos de un candidato a alcalde en Sonora y de otro a diputado en Tamaulipas.

“En la recta final de las elecciones legislativas, regionales y locales del 6 de junio, con 22 mil puestos en disputa, ya se registran 88 candidatos asesinados. ¿Ustedes sabían eso en sus países? El gobierno  y las autoridades electorales parecen estar completamente indefensos”.

Entró en algunos detalles: La candidata a alcaldesa de Moroleón, Guanajuato, Alma Barragán, de centro-izquierda, invitó a sus seguidores a un acto y unos minutos después yacía en una camilla, acribillada a balazos. El mismo día se produjo un ataque contra Alberto Alonso, candidato a la alcaldía en el balneario de Acapulco. Poco antes, tres candidatos murieron en Puebla. En Jalisco, el candidato a la alcaldía Pedro Kumamoto recibió una cabeza de cerdo como amenaza.

El presidente Andrés Manuel López Obrador culpó al crimen organizado de todos estos actos. La participación de la mafia, presentando sus propios candidatos y asesinando a los rivales no es una realidad para nada nueva en México.

El nivel de asesinatos de políticos es proporcional a las cifras generales, pues México registró 85 mil homicidios en tres años. De acuerdo con la consultora Etellekt, se trata de la segunda campaña más sangrienta de la historia.

La mayoría son candidatos a alcaldes. Esta instancia de gobierno es importante para la mafia por al menos tres razones: 1) control de la policía municipal; 2) fuente de información sobre la situación económica de los residentes, lo que permite optimizar los chantajes de protección, delito en boga en México; 3) extorsionar al municipio y conseguir contratos públicos.

“Es una profunda herida para la democracia mexicana que en cada proceso electoral deban morir un promedio de cien mexicanos. Muchas de las campañas son financiadas con fondos ilegales, provenientes del narcotráfico y de otras mafias. Con el caso mexicano tenemos una primera demostración de que es necesario redefinir y resemantizar el concepto mismo de democracia en América Latina”.

Colombia
Prosiguió el análisis con Colombia, país con una historia y una realidad actual muy parecida en lo que respecta al uso del asesinato en la política.

La lista de candidatos presidenciales asesinados incluye a Jorge Eliécer Gaitán, Jaime Pardo Leal,  Luis Carlos Galán Sarmiento, Bernardo Jaramillo Osa y Carlos Pizarro Leongómez. El más resonante fue el de Gaitán, en 1948, porque desató el Bogotazo, pero luego, en 1987 fue asesinado en Cundinamarca  Jaime Pardo Leal, dirigente de la izquierda y de la Unión Patriótica, que en las presidenciales de 1976 había obtenido una cifra récord de votos.

En 1989 fue el turno de Luis Carlos Galán Sarmiento (liberal). En 1990, Jaramillo Osa (Unión Patriótica) y Pizarro Leongómez (qu