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Cualquier persona podría cometer incluso los crímenes más atroces si estuviese sometido a determinadas circunstancias.
Esa fue la conclusión a la que llegó Hannah Arendt, la pensadora judía, sobreviviente del Holocausto perpetrado por los nazis, cuya obra fue presentada por Miguel Ángel Pérez Pirela en la sección Viernes de Filosofía de su programa Desde Donde Sea.
Arendt, que vivió entre 1906 y 1975, es considerada como una de las filósofas más importantes del siglo XXI, aunque ella decía que estaba en una acera opuesta a la filosofía, la de la teoría política. Su idea fundamental, la banalidad del mal, agitó el debate en el que se sumieron los intelectuales a escala global, luego de los horrores de la Segunda Guerra Mundial.
En el caso de esta alemana, quien estuvo en campos de concentración y, por tanto, vivió el nazismo en carne propia, esa experiencia del mal fundamenta toda su obra teórica. Su trabajo parte de una pregunta medular: ¿cómo fue posible que un país como Alemania, tan educado y culto, cometiera los desmanes que llevaron a la Segunda Guerra Mundial?
Tomó como caso de estudio el juicio a Adolf Eichmann, el responsable de la logística del transporte para el genocidio de los judíos, gitanos, homosexuales y comunistas en los campos de concentración. Este jerarca nazi diseñó el modelo ferroviario para hacer ese traslado masivo de las personas que iban a ser asesinadas.
Fue autora de una obra importante, en la que destacan: Eichmann en Jerusalén (1963), Los orígenes del totalitarismo (1955), La condición humana (1958), Sobre la revolución (1963), Crisis de la República (1967), Sobre la violencia (1970), La vida del espíritu (1977).
“¿Cómo una persona llega a cometer un genocidio? Esa persona que lo hace ¿es mala, es malvada? -preguntó Pérez Pirela al iniciar su disertación-. Todos vamos a decir que sí. Esa sería nuestra primera reacción. Pero Arendt pone patas arriba todo el concepto de la ética al hablar sobre los mismos nazis de quienes fue víctima. Dice que cualquiera de nosotros podría cometer los mismos delitos en una situación determinada. A partir del estudio de Eichmann, Hannah Arendt llega a la conclusión de que cualquier persona podría incurrir en crímenes de esa envergadura. Entonces, ¿todos somos, en potencia, asesinos, genocidas, nazis?”.
Respondiendo esa pregunta, Arendt plantea algo que el presentador del programa considera digno de escribir: “Simplemente, lo que debe hacer una persona para llegar a esos extremos es dejar de pensar”.
Expresó que es significativo traer a colación el pensamiento político de una mujer judía que fue víctima del Holocausto en un tiempo en el que ocurren hechos que hacen pensar mucho respecto al mal como característica humana. “En este mismo momento caen bombas en Palestina y en Israel. Mientras hablamos, en Colombia la policía acaba de violar a una niña y el gobierno quiere resolverlo en un tribunal militar porque allá la policía depende del Ministerio de la Defensa. En ese contexto más que nunca tenemos que preguntarnos sobre el concepto mismo del mal y de la banalidad del mal. El mal acaba siendo banalizado y nosotros terminamos acostumbrados al mal”.
El mal en lo cotidiano
Durante sus testimonios en el juicio al que se le sometió, Eichmann sostuvo que no había hecho nada malo, solo seguir órdenes. “Si aplicamos el concepto de Arendt, podríamos decir que este hombre, como pieza del engranaje al que pertenecía, lo único que hizo fue dejar de pensar en la consecuencia de sus acciones”.
En permanente interacción con la audiencia, Pérez Pirela consideró que no es suficiente decir que cumplir órdenes haya sido una mera excusa.
“Es más complicado que eso. También, más complicado que el libre albedrío. Se trata de entender cómo se llega a anular, banalizar, poner en cuestión, entre paréntesis, el concepto de mal en un espacio-tiempo. ¿Qué lleva al ser humano a eso? No se trata solo del mal extremo, como la Solución Final de los nazis, sino, mutatis mutandis, todos los tipos de mal. También opera cuando usted va por la calle y ve a alguien tirado en el suelo y se hace de la vista gorda. Prevalece alguna razón que está por encima de la opción de aliviar el mal que usted está viendo. Todos podemos ver el mal en una situación límite, como las llamaba Karl Jaspers, pero el mal también tiene expresiones cotidianas. Todos hemos hecho el mal y luego lo hemos justificado comparándolo