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Ecuador se debate entre dos opciones bastante diferentes para la segunda vuelta de las elecciones presidenciales, que serán el 11 de abril. Está claro que el candidato a vencer es Andrés Arauz, avalado por el expresidente Rafael Correa. Pero el panorama variará dependiendo de quién finalmente sea su contendor en el ballotage. Si resulta ser el banquero Guillermo Lasso, el enfrentamiento será binario, polarizado, entre la opción correísta y el neoliberalismo; mientras que si es el indígena Carlos “Yaku” Pérez, podría producirse una división de la izquierda que llegaría a complicar las posibilidades de Arauz.
Este fue uno de los tres puntos fundamentales del análisis formalizado por el filósofo y comunicador Miguel Ángel Pérez Pirela en la emisión de Desde Donde Sea dedicada a los comicios presidenciales ecuatorianos, que se desarrollaron el domingo 07 de febrero.
Las otras dos conclusiones fueron las siguientes:
El peso específico de Correa. Las elecciones demostraron que estando dentro o estando fuera de Ecuador, el expresidente Correa sigue teniendo una grandísima influencia en la política, hasta el punto de que la consulta puede considerarse una especie de referendo sobre su gestión y su figura. Esto es especialmente significativo, luego de que Correa y buena parte de sus colaboradores en la Revolución Ciudadana fueron sometidos a persecuciones judiciales similares a las que vivieron Luiz Inácio Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil y Evo Morales en Bolivia.
El pueblo se la jugó. En medio de una pandemia que ha sido particularmente terrible para Ecuador, el pueblo de ese país tomó plena conciencia de lo que estaba en juego y salió a ejercer su derecho. Una acción comparable a la heroica respuesta del pueblo boliviano, que enfrentó a Estados Unidos, a la Organización de Estados Americanos y a la dictadora Jeanine Áñez. En Ecuador quedó demostrado que la mayoría desea salir de la pesadilla que ha sido el gobierno de Lenín Moreno, quien no solo carga con el peso de su traición a Correa, sino también ha sido un pésimo presidente que ha destruido toda la obra previa y ha tenido una desastrosa gestión de la pandemia.
Acotó Pérez Pirela que en este punto de la situación crítica generada por la Covid-19 se puso en evidencia lo que pareció ser una perversa estrategia de la autoridad electoral ecuatoriana para restringir el derecho al voto, consistente en abrir tarde los centros electorales y cerrarlos a la hora prevista, 5 de la tarde, incluso cuando había electores en la cola. Esto propició largas filas durante el día, algo muy riesgoso en un país que ha sufrido con una intensidad tremenda los efectos mortales de la pandemia.
Sospechosa tercera vía
El punto fundamental en el análisis lo ocupó el surgimiento inesperado (al menos si se toman en cuenta los pronósticos derivados de las encuestas), del candidato indigenista Carlos “Yaku” Pérez, del movimiento Pachakutik, quien a pesar de esa raíz no luce como un personaje cercano a los movimientos progresistas. Por el contrario, ha simpatizado con los golpes de Estado en América Latina y clama por firmar un tratado de libre comercio con EEUU. “Todo parece indicar que EEUU cambió su estrategia para Ecuador: dejará al banquero Lasso, que está en su tercer intento de ser presidente, y jugará a dividir el voto popular, el voto de izquierda mediante la figura de Pérez”, expresó.
Las elecciones deben ir a ballotage porque ninguno de los 16 candidatos a la presidencia logró el requisito de 50% más un voto; ni tampoco 40% de los votos y una ventaja de 10% sobre el segundo lugar.
Cuando se registraban 98% de las actas escrutadas, Arauz acumulaba 32,20% de los votos, mientras Pérez tenía 19,80% y Lasso, 19,60%. “Aquí está el drama, la novedad, la novela de estas elecciones. Y es que no será igual si Arauz se enfrenta a un adversario de derecha claramente identificado, como lo es el empresario Lasso, a que, si lo hace con Pérez, quien puede dividir a la izquierda y al correísmo y comprometer el triunfo de su candidato”, advirtió Pérez Pirela.