Las trombas de agua son esencialmente tornados que se forman sobre el agua, pero suelen ser menos intensas y destructivas que sus homólogas terrestres.
Se definen como columnas arremolinadas de aire y agua nebulizada, que suelen clasificarse en dos tipos: trombas de agua de buen tiempo y trombas de agua tornádicas.
Una tromba de agua tornádica suele desarrollarse hacia abajo en una tormenta, a veces justo sobre el mar o el océano.
En algunos casos, se forman en tierra durante un ciclón o tormenta y luego se desplazan sobre el mar o el océano, transformándose en una tromba de agua.
En cambio, las trombas de agua se forman en la base oscura y plana de una línea de cúmulos en desarrollo.
Similar a un tornado terrestre, va acompañada de fuertes vientos, relámpagos y granizo de gran tamaño.
Puede provocar vientos de hasta 160 km/h, que causan inundaciones y corrimientos de tierra.
El fuerte oleaje y las lluvias torrenciales asociadas a una tromba de agua suponen una importante amenaza para barcos y embarcaciones.
Si el nivel del agua sube por encima del mástil de un yate, este corre el riesgo de sufrir daños debido a la presión física.