En los últimos meses, hubo dolor, mucho dolor, un dolor que sólo MaríaPérez conoce, pero que se puede imaginar sólo con el diagnóstico: se fracturó el sacro. Con una pequeña lesión en la zona fue dos veces campeona del mundo el pasado verano, pero la dolencia se fue agravando, se fue agravando y finalmente tuvo que pasar por el quirófano. Operación. Rehabilitación. Y una renuncia a los analgésicos en la que empezó la competición: para volver a marchar a toda velocidad tenía que acostumbrarse al dolor, recuperar la sensibilidad en esa zona, aunque fuese una tortura.
Durante un par de semanas, en invierno, casi no podía ni moverse. Pero este jueves a los pies de la Torre Eiffel, en los Juegos de París recibió su recompensa: por fin una medalla olímpica, la plata de los 20 kilómetros marcha, la historia de la marcha engrandecida.