Primero gritos, luego empujones. Apenas se abre el corral, cientos de mineros artesanales entran en estampida y se abalanzan sobre montañas de desechos de una multinacional esmeraldera en busca de una piedra preciosa que los saque de la pobreza en Colombia. A 200 kilómetros de Bogotá, en las estribaciones de la cordillera oriental andina, asoma el municipio de Muzo, conocido como la capital mundial de la esmeralda