Alfonso Rojo: "Únanse a la batalla por la libertad de prensa antes de que Sánchez les pise el cuello"

2024-07-17 961

Quizá habría que hablar hoy de la paliza que Feijóo dio este miércoles a Sánchez, a propósito del delirante intento de imponer la censurar de Prensa, o de los zurriagazos que endiñó Abascal al marido de Begoña y a quienes pastelean con él, pero vamos a abrir un poco el objetivo.
Tengo ya 72 años y no imagino una actividad profesional más apasionante, apasionada, divertida y cautivadora que lo que he ejercido ininterrumpidamente desde hace medio siglo.
No repetiré aquí la cuchufleta, de los tiempos en que no había Internet ni teléfonos móviles y bregábamos con máquinas de escribir y linotipias, según la cual ser periodista es siempre mejor que trabajar, pero sigo convencido de que esto, antes que un oficio, es una manera de vivir.
Y si quieres hacerlo intensamente, es imprescindible estar dispuesto a complicarte la existencia, poner a prueba tu inteligencia y tu coraje, aceptar los envites de los opulentos y renunciar a confundirte con el paisaje o a escabullirte por la puerta trasera.
La clave, lo que distingue a los buenos periodistas de los otros, es saber comunicar y hacerlo con libertad.
Lo último de Sánchez en el Congreso de los Diputados, aplaudido por sus compinches y la numerosa recua de paniaguados que abreva en el pesebre de La Moncloa, se resume fácilmente: permiso para insultar al Rey, ofender a las Fuerzas Armadas, a la Religión Católica y a las víctimas del terrorismo y leña, mordaza y sanciones para los periodistas que no doblan la cerviz y revelan los apaños y corrupciones de su mujer, de su hermano músico y de sus conmilitones del PSOE.
Dice el paisano que es esencial conocer quién esta detrás de cada medio de comunicación.
Miren… detrás de Periodista Digital estoy yo, que poseo el 52% de las acciones, está Alvaro, mi hijo primogénito y abogado, que tiene 43%, y nuestro Webmaster.
El local donde se ubican la redacción y este plató es mío y se lo compre en subasta al Ivima hace más de dos décadas. Podía entonces haber adquirido, con el pastón que me de adjudicaron al dejar El Mundo por desavenencias con Pedrojota, un par de apartamentos en Benidorm, pero preferí volcar todo el dinero en este proyecto, para espanto de María Jesús, mi mujer.
No debemos un duro y las 21 nóminas -que van desde la del chico de la limpieza a la iguala del gabinete jurídico, pasando por los sueldos de técnicos, presentadores, reporteros y redactores- se pagan religiosamente.
No hay comidas de empresa, ni bonos a directivos, ni telefonistas, ni porteros o conserjes.
Nuestro lema, si tuviéramos uno, es llevar algo de alivio al débil y cierta intranquilidad al poderoso, esté apalancado en La Moncloa, en el Ibex 35 o en el Vaticano. Nuestro periodismo no tiene sesgos comerciales y no está influenciado por propietarios multimillonarios, gobiernos, políticos o anunciantes caprichosos.
Nadie edita a nuestro editor, que soy yo. Nadie dirige nuestra opinión. Somos libres y nadie nos condiciona. Esto es importante, ya que nos permite dar voz a los menos escucha

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