Carrizo declaró en el juicio por el atentado contra Cristina sobre qué hizo la noche del ataque: "Pido perdón si ofendí a la señora Kirchner"

2024-07-04 665

"Ahora me dicen copito", se presentó Gabriel Carrizo cuando la jueza le preguntó si tenía algún apodo. Con camisa blanca, saco oscuro, el pelo lacio atado bien prolijo, buscaba mostrarse formal pero tuteaba a Namer y repetía "malas palabras" sin filtro. Dijo que iba a hablar pero no respondería preguntas hasta el final del juicio. "Estaba esperando un montón hablar con ustedes", le dedicó al tribunal. Durante cerca de una hora y veinte contó la historia acerca de cómo montó el emprendimiento para vender copos de azúcar y hasta se hizo su propia máquina. Primero fue con la propuesta de un vecino en Morón, donde él vivía con un hermano con problemas psiquiátricos. Con la pandemia se complicó su situación económica, relató, y luego se independizó.

La pareja apareció después de una fiesta, contó Carrizo, en la casa de "Checho" Orozco. Decían que se habían olvidado un abrigo. Le pareció que era una excusa para que la chica fuera a tener sexo con Orozco. En la esperada se puso a hablar con Sabag Montiel, quien le dijo que tenía autos para trabajar pero debía arreglarlos. Se volvieron a encontrar en la casa de una amiga, Mara. Le ofreció a la pareja vender copos y aceptaron. Carrizo dijo que eran algo inconstantes con los horarios y que hasta le pidieron un día hacer copos a las ocho de la noche.

Según el relato de Carrizo el 1 de septiembre estaba con el grupo de "los copitos", menos la pareja. "Intentaron asesinar a la vicepresidenta", comentó que le avisó Castro Riglos. "En el momento no me interesó en lo más mínimo", aseguró. Hasta que le dijeron que el asesino fallido era Sabag Montiel. Ahí prendieron la televisión. "Se nos vino a la cabeza llamar a Brenda", dijo. "Yo tampoco lo puedo creer", repasó Carrizo que ella le dijo, y que le aseguró que llevaban dos días sin verse. Su versión es que decidieron "hacerle el aguante" a la joven. A Brenda la detuvieron el 4 de septiembre, aunque casi se escapa. A él, que había declarado como testigo, cuando fue a buscar su celular a Comodoro Py.

A Carrizo le encontraron varios mensajes posteriores al atentado. Los más elocuentes estaban dirigidos a su hermanastra, Andrea, al hermanastro, Jonatan, y a algunos amigos. "Recién intentamos matar a Cristina", se jactó. Destacó que había sido un empleado suyo, a quien consideraba un "héroe". Si bien había fallado, se leía en los chats que Carrizo decía: "pensamos ponerle frente a esto. Estamos decididos a matarla a la puta esa". En un whatsapp dijo que pensaban matar al jefe de la izquierda y de la Cámpora. También comentó que creía que el arma era suya, ya que les había dado un revolver calibre 22 corto, pero luego supo que era otra, una Bersa calibre 32. "Pido perdón si ofendí a la señora Kirchner", dirá después.